Aunque el término Art Nouveau es uno de los más extendidos cuando se generaliza sobre las corrientes modernistas (especialmente en Paises de no habla hispana), cabe puntualizar y recordar que es la corriente propiamente nacida en Francia y Bélgica, porque dependiendo de la zona donde se desarrolló este "modernismo" tubo unas características propias. Por ejemplo, el "Estilo Mucha" fue considerado, durante un tiempo, una escuela en sí misma (antes de llamarse "Arte Nuevo" en general para designar a todos los artistas del movimiento) pero también el máximo representante del Modernisme (la subcorriente catalana), Antoni Gaudí, fue considerado otro estilo en sí mismo no comparable a ningún otro durante mucho tiempo. De todas formas... es imposible decir que Mucha y Gaudí no tenían nada en común; a pesar de sus diferencias de estilo, ambos se inspiraban en lo mismo: las formas orgánicas de la naturaleza.
¿ESTILO PROPIO O MOVIMIENTO ARTÍSTICO?
Entonces... ¿por qué si, en un principio, estas corrientes se pudieron considerar ajenas y las diferencias son remarcables, han terminado siendo consideradas dentro de un mismo movimiento artístico llamado "modernismo"? Está claro que estilos artísticos hay tantos como autores en la faz de la tierra, pero eso no significa que automáticamente sean designados como corrientes o movimientos, ya que esto implica dinamismo, fluctuación, y para que eso ocurra es necesario más de una persona que se implique en ello y lo active. Si buscamos "movimiento" en la RAE, vemos que su séptima acepción es la siguiente:
"7. m. Conjunto de alteraciones o novedades ocurridas, durante un período de tiempo, en algunos campos de la actividad humana"
Habla de conjuntos y de actividad humana, ambos términos referidos a la idea de grupo, de colectivo. Está claro, pues, que para que nazca un movimiento artístico se necesita de un grupo de personas que aporten novedades o alteraciones a lo preconcebido, a lo que se ha establecido por un largo período de tiempo como "normal". Significa romper las reglas de juego, que no saltarse la ley, sino traspasar aquello que la sociedad ha adoptado como usual para aportar nuevas riquezas y matices a cualquier ámbito de la actividad humana.
Además, está el entorno social, cultural, político y económico. Todo esto influye en el deseo o necesidad de un creador de romper con aquello que es norma. Uno puede ser pionero pero posiblemente haya otras personas con las mismas inquietudes que le seguirán o decidiran saltar esos límites por su cuenta.
Así que, para considerar un movimiento artístico como tal, son necesarias dos cosas: primeramente, una voluntad rupturista e innovadora frente a lo impuesto, posiblemente motivado por el contexto histórico. Y finalmente, es necesario que para romper dichos patrones se cree una nueva forma de trabajar, de crear, un estilo nuevo.
Queda claro, pues, que un solo autor, por muy creativo, innovador y bueno que sea estará retroalimentado por lo que realicen otros creadores de su entorno y también por la misma sociedad. Solo entonces aparece un movimiento o corriente artístico nuevo y diferenciado.
¿Qué ocurre pues con el Modernismo, el Art Nouveau y los demás nombres que se emplean en función del pais de origen? Básicamente podemos decir que el Modernismo fue una corriente principal que aúnaba unos ideales y aspiraciones artísicas muy concretas pero que dependiendo de cada región se desarrolló de una manera u otra, dependiendo de las necesidades "artísticas" que existían.
¿QUÉ ES EL MODERNISMO?
El modernismo es una corriente de renovación artística desarrollada a finales del siglo XIX y principios del XX (período también conocido como Fin de siècle y Belle Époque, cuando se refiere al contexto histórico en general). A pesar que aparecieron diferentes vertientes según la región donde se desarrolló, en general, este estilo hace referencia a la intención de crear un arte nuevo, joven, libre y moderno que represente una ruptura con los estilos dominantes de la época, ya sea la tradición academicista (historicismo o eclecticismo) como rupturistas (realismo o impresionsimo).
La estética estaba inspirada en la naturaleza, a la vez que incorporaban novedades derivadas de la revolución industrial (como el hierro y el cristal), intentando superar la pobre riqueza del diseño industrial de mediados del siglo XIX. Por esa razón, este movimiento y sus subcorrientes se aplicaron básicamente en el diseño y en la arquitectura, aunque también se usaron sus preceptos para la publicidad, de vital relevancia en una época de auge industrial.
En gran medida, estas aspiraciones se basaron en las ideas de John Ruskin y William Morris, con una intención democratizadora del arte. En este sentido, se quería dotar de valor estético incluso a los utensilios más cotidianos, a la vez siendo accesibles para toda la población. Esto significó su implementación en las nuevas técnicas de producción en masa, carentes de personalidad y del buen hacer artesanal. De esta forma pues, más que ser una corriente relevante en las Artes Mayores (pintura, escultura…) tuvo mucha preponderancia en las menores, como las artes aplicadas o decorativas, gráficas y diseño de utensilios, incluso de mobiliario urbano (quioscos, farolas, bancos, etc.). Además, muchos de los artistas reconocidos de estos movimientos, lo eran de forma multidisciplinar. Por ejemplo, los arquitectos, no solo ideaban el edificio, sino que intervenían en el diseño de la decoración y mobiliario, incluso los complementos.
Esta inspiración en la naturaleza da lugar a las formas orgánicas y onduladas tan características del movimiento. Por lo tanto, la línea curva y la asimetría estuvieron al orden del día. También se recurre a la estilización de los personajes y objetos representados, obviando retratar una imagen realista. La figura femenina encaja perfectamente en estas directrices (curvas, estilización) por lo que predomina en muchas de las obras, siempre representada de manera grácil y muy bella, con un aire incluso divino y con actitudes ligeramente sensuales y atractivas, incluso eróticas en algunos casos. En definitiva, todo esto de aplicaba de manera “envolvente” al objeto principal a diseñar, es decir; la “función” queda rodeada de la “belleza natural”. Además, se encuentra un motivo de inspiración en los estilos asiáticos, especialmente la cultura japonesa; quedando fascinados por su tratamiento simple, limpio y sensual de los personajes femeninos (Geishas) y de los elementos ornamentales naturales de esas regiones (como el bambú y las técnicas de ikebana).
¿ENTONCES, QUÉ TERMINO ES CORRECTO?
Y aquí, el quid de la cuestión de hoy.
Como ya se ha dicho, dentro del movimiento modernista encontramos el Modern Style (países anglosajones), Jugendstil (Alemania y Países Nórdicos), Floreale (Italia), Modernisme (Catalunya), entre otros. También está el Art Nouveau (Francia y Bélgica), subcorriente de la cual nos ocupamos en este blog y que tiene sus características particulares. Aunque son términos que se podrian considerar sinónimos dependiendo de nuestra lengua materna, lo ideal es usar cada nombre en función de la región analizada, porque como ya queda patente no es lo mismo el modernismo de Mucha o Victor Horta (Art Nouveau) que el modernismo de Gaudí (Modernisme).
Por esta razón, en este blog hablamos de Art Nouveau, porque nuestro interés reside en estudiar la corriente Francesa y Belga, pionera en Europa y una de las más influyentes y conocidas de la Belle Époque.
Cabe resaltar dos cosas: en la década de 1920 apareció lo que se denominó Art Decó, que aunque tienen puntos en común, sus características son marcadamente diferentes. Y también, los términos “Modernism” (inglés) y “Modernisme” (francés) no son sinónimos (serían Modern Style y Art Nouveau), ya que estos primeros se refieren, en general, a todas las vanguardias o al arte moderno (dentro de lo polisémico en ambos conceptos)[1][2].
FUENTES
- [1] Charles Harrison, ¿Qué es el modernismo?, en Modernismo, Encuentro, 2000, ISBN 847490577X, pg. 6 y ss.
- [2] "El Modernisme". Enciclopedia Catalana [online]
- Art Nouveau Network. Art Nouveau Network [online]
- Duncan, Alastair. Art Nouveau. World of Art. New York: Thames and Hudson, 1994. ISBN 0-500-20273-7
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